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mayo 20, 2025

En el corazón de Guamote, donde las vías del tren cruzan la historia y la identidad de su gente, en un episodio más de Testimonios de mi Pueblo, nos acompaña el Lic. Magno Illapa para revivir los días dorados del ferrocarril, en un emotivo diálogo. A través de sus palabras, viajamos a una época donde el tren no solo movía mercancías, porque también llevaba sueños, familias y memorias.

El ferrocarril ecuatoriano, cuya construcción empezó en 1873 bajo el mandato de Gabriel García Moreno y culminó en 1908 con Eloy Alfaro, marcó un antes y un después en la vida de Guamote. Según nos cuenta el Lic. Illapa, el tren mixto que pasaba por el pueblo unía la Sierra con la Costa, transportando cebada, papas y productos de nuestros campos hacia Guayaquil, mientras traía de regreso pescado, papayas y caña de azúcar. La estación de Guamote era entonces un hervidero de vida: indígenas, mestizos y comerciantes se reunían desde tempranas horas, creando un ambiente festivo y solidario.

“Mi padre era ferroviario”, recuerda Magno Illapa con nostalgia, “él viajaba en esos trenes, chequeando las cargas, y yo lo esperaba emocionado porque traía bollos y platanos para la casa”. Su relato pinta un cuadro vívido de un Guamote que prosperaba al ritmo del silbato del tren: niños vendiendo helados, mujeres ofreciendo llapingachos y caldos de mondongo a los viajeros, y cargadores que, con gran esfuerzo, subían sacos de tres quintales al vagón.

La voz del Lic. Illapa también revive las anécdotas del carnaval, cuando el pueblo recibía a visitantes de lejos, y los recuerdos de las gigantescas máquinas negras que funcionaban con agua y petróleo. Con detalles precisos, relata cómo los «carrilanos» revisaban las vías y frenaban el tren al bajar las peligrosas pendientes. Todo un equipo humano que trabajaba con orgullo y responsabilidad, conscientes de que cada viaje mantenía unida a la comunidad.

Pero los tiempos cambiaron. A inicios de los años 2000, el tren fue transformado en un atractivo turístico, con recorridos a la famosa Nariz del Diablo. Aunque ese nuevo uso trajo visitantes, para los guamoteños, nuestro entrevistado mencionaba que la verdadera esencia del ferrocarril estaba en aquellas décadas donde el tren era el eje comercial, social y emocional de sus vidas.

Hoy, gracias a La Voz de Guamote y la serie especial Testimonios de mi Pueblo, estas memorias no se pierden. Se rescatan para las nuevas generaciones, que deben saber que en cada riel y cada historia, late el orgullo y la identidad de Guamote.

Autor/a

KARINA MARCATOMA

PERIODISTA
"Willanchikmi imashinatak ñukanchik runa kawsay kashka; imashinatak kawsakunchikpash"

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