Guamote, tierra de memoria y transformación, guarda entre sus calles polvorientas y ahora adoquinadas, una historia que retumba con fuerza en la voz de uno de sus hijos ilustres: el Sr. Ángel Montoya Mora. Su legado no solo se esconde entre los micrófonos y discos de vinilo, también en los corazones de quienes escucharon, soñaron y se formaron con la primera emisora radial de este cantón: Radio Cumandá.
La pasión que nació en casa
La familia Montoya fue pionera en llevar la radio a Guamote en los años 60, cuando la comunicación era apenas una chispa encendida por la necesidad de informar, educar y acompañar. Desde muy joven, Ángel sintió la emoción de hablar al micrófono y presentar música. “No era solo escucharme, era conectar con la gente”, recuerda.
Su voz se convirtió en compañía diaria. Junto a su hermano Vicente, seleccionaban con esmero la música que llegaba desde Guayaquil gracias a un convenio con IFESA, lo que les permitía estar a la vanguardia musical, incluso antes que las emisoras de Riobamba.
Radio Cumandá: una emisora hecha a pulso
Radio Cumandá no fue solo un emprendimiento familiar, fue un proyecto hecho con amor y sacrificio. Desde conseguir permisos de la Dirección Nacional de Frecuencias hasta construir la planta de transmisión con apoyo de un ingeniero de Machala, todo fue posible gracias a la visión de su padre y al esfuerzo colectivo.
La programación era variada: desde pasillos y boleros, hasta mensajes musicales para cumpleaños, bautizos y fiestas populares. Cada día comenzaba con el himno nacional y cerraba con música nacional para fortalecer la identidad.
Más que una emisora, un vínculo con el pueblo
Radio Cumandá no solo transmitía música. Era un puente entre las comunidades indígenas y mestizas. Ángel recuerda con cariño cómo los papelitos con mensajes llegaban desde las comunidades rurales, agradeciendo por la música, por la compañía, por sentirse parte de un todo.
Durante las fiestas, especialmente en carnaval, la radio era protagonista. Con turnos musicales reservados con semanas de anticipación, la programación reflejaba la alegría del pueblo. “Me pasaba horas sin moverme, solo poniendo carnavales”, dice entre risas.
El cierre y una herida que aún duele
A pesar del amor invertido, Radio Cumandá cerró sus puertas en 1975 por falta de recursos económicos. Fue vendida con la esperanza de que siguiera viva, pero no se respetó su esencia. “Me dio ganas de llorar… todo estaba maltratado”, recuerda con tristeza Ángel.
Aún hoy, muchos lo reconocen como “la voz de la radio”, y preguntan por Cumandá, sin saber que su historia quedó grabada no solo en las ondas, sino en la memoria colectiva de Guamote.
Un legado vivo
Ángel Montoya no solo dejó una huella en la radio. También trabajó en el Hospital de Guamote, donde siguió sirviendo a su comunidad, esta vez desde la atención y el consejo. Su vocación de servicio, su humildad y su amor por su gente lo convierten en un verdadero referente de lo que significa ser comunicador comunitario.
En palabras suyas: “Hay que usar la tecnología con propósito. Que nuestras voces no se pierdan, que sirvan para unir, educar y construir comunidad”.