En Guamote, donde los amaneceres tienen aroma a alfalfa y las tradiciones aún laten con fuerza, vive la señora Inés Lluco Tixi. A sus 77 años, esta mujer guamoteña es un ejemplo vivo de sabiduría ancestral, resiliencia y servicio comunitario. Su historia, contada con sencillez y orgullo, forma parte de Testimonios de mi Pueblo, una producción especial de La Voz de Guamote que recoge la memoria viva de quienes han construido el alma de nuestra tierra.
Nacida un 28 de enero de 1948, Inés recuerda cómo su vida estuvo marcada por el trabajo desde temprana edad. Solo cursó hasta cuarto grado, ya que la situación económica de su familia le impidió continuar sus estudios. Sin embargo, eso no fue impedimento para que se forme en la mejor escuela: la de la vida, la del campo, los animales, y el servicio a su comunidad.
Desde hace más de 35 años, Inés se dedica a vender hierba fresca. Un atado de alfalfa tiene un costo de 25 centavos. “Ni con lluvia ni con helada falto, tengo clientes que esperan”, dice con determinación. Su negocio no es solo un sustento, es también una forma de cuidar, de sanar y de compartir lo aprendido durante tantos años.
Pero doña Inés no solo vende hierba: también guarda en sus manos el conocimiento ancestral de la medicina natural. Sabe preparar infusiones con borraja, verbena, orégano y muchas otras plantas que alivian desde una gripe hasta el dolor del alma. Ella misma lo dice: “Diosito me ha dado sabiduría para ayudar a los demás. Yo friego a los lisiados y les hago bien. Eso también es servir”.
A lo largo de la entrevista, nos cuenta cómo Guamote ha cambiado. Recuerda con nostalgia los tiempos donde las casas eran pocas y el respeto era ley. “Antes se pedía la bendición al papá y a la mamá. Ahora los hijos ya ni saludan”. Aunque el crecimiento del cantón es evidente, la pérdida de valores le preocupa. Por eso hace un llamado a volver al respeto, al cariño y a la unidad familiar.
Hoy vive sola, pero no se deja vencer por la soledad. Participa activamente en el centro gerontológico, donde comparte con otras personas mayores, aprende, se ríe y juega. Su día empieza muy temprano: deja pastando su vaca, corta la hierba, entrega a sus clientes y luego asiste a sus actividades. Solo los fines de semana se queda en casa, dedicada a sus quehaceres.
Inés Lluco representa el alma de Guamote. Su voz, firme pero dulce, nos recuerda que mientras haya voluntad, fe y trabajo, la vida sigue siendo digna. “Que nadie se rinda, el trabajo es sano y la edad no debe ser una excusa”, dice con una sonrisa.
Desde La Voz de Guamote le rendimos homenaje, y a través de su testimonio, celebramos a todas las mujeres sabias, valientes y trabajadoras que tejen día a día la historia viva de nuestro pueblo.